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jueves, 26 de junio de 2008

Capítulo 40

XL
A finales de Sextilis supe por mi padre que te encontrabas en las afueras de Roma preparando tu triunfo y que, además, se rumoreaba que ibas a hacer testamento.....
- Parece tener demasiada prisa. – Me dio la impresión de que, de repente, sus ojeras se hubieran profundizado. No me comentó nada más: era obvio que compartía mis temores. Y ni siquiera me sugirió que cruzara el "pomerium" para ir a visitarte.... Lógicamente, lo entendí.... Como depositario de tu última voluntad, Lucio Calpurnio Pisón la pondría bajo la custodia de las Vestales hasta....
El triunfo sobre el último rescoldo de resistencia pompeyana se celebró poco después de la Kalendas de Octubre. Quizás porque ya mi espíritu había acumulado en cierto modo el fracaso y también debido a lo que se me iba contando acerca de tu estado de salud, a diferencia de otras ocasiones anteriores, no sentía la misma inquietud desgarradora que me ahogaba aquel otro amanecer en el que se celebraba tu triunfo frente a Vercingétorix. Aunque el sol acababa de aparecer, empezaba a hacer un calor suavemente húmedo que bien podría llevarme a la nausea como era habitual en mí. Sentada en las gradas habilitadas para tus allegados en el Foro, junto a la tribuna de los “rostra”, tuve la sensación de que el clima de una procesión fúnebre impregnaba lo que debiera haber sido un desfile triunfal animado por una multitud frenética…. Era obvio que carecía de la brillantez de otros triunfos al no exhibirse los botines de guerra propios de la apertura de estas celebraciones al haberse prohibido el saqueo…. Ni tan siquiera los valiosos fondos del templo de Melkart-Herakles…. Quizás su carácter sagrado y el peso que tenía en tus recuerdos te había disuadido…. Pero sí procesionaron enormes carros que portaban cuadros representando, en primer lugar, tu acometida en solitario contra las tropas pompeyanas tan sólo guarnecido con aquel escudo prestado. El silencio generado por el paso de esta visión se rompió inmediatamente con un sonoro murmullo despertado por la exhibición de la cabeza de Cneo Pompeyo en el foro de Hispalis…. Un rumor que iba aumentando a medida que desfilaban las representaciones de las muertes de Labieno y tantos otros romanos cuyos amigos y parientes contemplaban el supuesto espectáculo de tu gloria y aquella presencia, cada vez más cercana, toda púrpura y carmesí : rostro, manto estrellado, túnica bordada en oro, transportado por aquel carro dorado, la corona jupiterina cerniéndose sobre la cabeza ceñida de laurel……Un estremecimiento convulsivo me hizo perder conciencia de la solidez de mi cuerpo….¿acaso te había visto en realidad, todo cubierto de sangre que manaba por tu rostro, pecho, vientre y piernas?.... ¿quizás alguien, posiblemente Atia, me sujetó con firmeza para evitar que me precipitara hacia delante a fin de recogerte en mis brazos? Cuando desperté, vi mi “cubiculum” y en él a Atia , quien me comentó que te hallabas en la cena oficial que celebrabas para implicar al pueblo en tu triunfo y a la que yo por mi estado no podía asistir.
- Afortunadamente, pude sujetarte antes de que te cayeras del estrado…. No te preocupes, casi nadie se dio cuenta…. Todos estaban pendientes del incidente que ocurrió frente a donde se encontraban los tribunos… Parece ser que uno se negó a levantarse al paso del “imperator” y éste
le increpó…. Francamente, querida mía, tu marido tendrá que ser fuerte, muy fuerte con Roma…. En contra de lo que se piense, la resistencia republicana aún está muy arraigada aquí…. Creo que no te importará que yo regrese a la cena ¿verdad?.... Si él no te ve, se intranquilizará y debo decirle que no hay de qué preocuparse….
Sí….claro que no hay de qué preocuparse…. No, no creo que…ella….la cobra…esté presente en el banquete….¿Cómo de nuevo se te ocurre hacer un dispendio que ya fue tan criticado en la primera celebración de tus triunfos? ¿Qué pretendes, en realidad? Pese a todos estos pensamientos, sabía que debía prepararme para afrontar tu llegada inminente… ya que no iba a ser como en ocasiones anteriores…. La amenaza de tu ….¿trastorno mental? ¿obsesión?....estaba tan sólida ante mí como tu súbita presencia , precedida por el silencio de tus pies cautos…. No, aquella sombra acechante de sangre, locura y palidez mortecina ya no estaba allí…. Tan sólo la sonrisa tierna, triste ,casi arrebatadora y la mirada transparente e intensa….
-Mi…. – No pude entender el resto de la frase: tan quedamente la pronunciaste o quizás fuera el tono de la voz, empañado por unas lágrimas que casi empaparon mi cuello…. ¿eras realmente tú, mi señor?..... Quizás era un espectro que, en cierta manera, me estaba despidiendo de ti, ya que tú mismo te sentías impotente para hacerlo…. E incluso lo seguí creyendo durante el resto de la noche, en la que te limitaste a quedarte así, abrazado, casi buscando, quién sabe si inútilmente, aquella fuerza en la que refugiarte de aquella otra que inexorablemente estaba desequilibrando tu espíritu, quebrantando tu salud y, a cambio de tu propia divinidad,….dispuesta a lanzarte al abismo… En otro momento habría respondido a tu abrazo, acunándote contra mis senos para confortarte, pero en ese instante me sentía bloqueada, torpe, absolutamente incapacitada por aquel sutil poder brumoso que emanaba tu persona y que podía sentir impregnando mis poros….
¿Qué era aquel pánico que se había apoderado de mí sino el mismo que sé que, en el fondo y pese a lo que todos esperaban, te llevaba tiempo atenazando y perturbando tu entendimiento? ¿Por qué se me ocurrió pensar que ella sentiría eso mismo dentro de muy poco, en cuanto tuvieras oportunidad de volver a cruzar el Tíber? Aún entonces yo seguía confiando en que su impotencia te abriera de nuevo la mente y te estimulase para reconstruir aquel vínculo conmigo, imposibilitado por tantos años de distanciamiento….¿Por qué razón yo aún me encontraba con ánimos para soñar….?
Cuando me desperté a una hora bastante temprana aún dormías con una profundidad yerta. Estuve tentada de continuar allí, abrazada, escuchando tus latidos calientes a través de tu espalda… Sí, sabía que ésta podía ser la última vez que te tuviera así, tan íntimo y vulnerable…y seguí allí….en duermevela sobre la espalda casi húmeda, levemente estremecida, escuchando la bandada de pájaros que despertaban de su dormitar en los cipreses del peristilo…. De nuevo, el silencio…. Quizás las pequeñas vestales esperaban tu presencia, inquietas porque a esa hora del día aún no las habías saludado…. Qué ocurriría si…. su Sumo Pontífice estuviera allá en Alejandría…. ¿delegarías tu cargo en otra persona? ¿Acaso yo me vería obligada a compartir mi existencia en la “Domus Publica” con otra familia? ¿O, simplemente, sería expulsada de este entorno que, desde hace tantos años, ya es parte de mi propia naturaleza, más incluso que la “domus” de Calpurnio Pisón? El temblor frío regresó a mis fibras, haciéndome temer que se traspasara a tu carne, la misma que parecía estimularse lenta, casi imperceptiblemente… hasta que sentí tu peso caer sobre mi vientre, jadeante, hirviente, invadiéndome con tu aliento, que quizás buscaba, en medio de la soñolencia, otra respiración, sin lugar a dudas …. Aquella boca ausente que intentaba abarcar mis hombros mientras que, en el interior de mis entrañas, una fuerza extraña pero que yo intentaba identificar como mía ascendía desesperada, casi luchando para espantar aquella bruma espectral y acechante que amenazaba con aniquilarte…. No, no fue en absoluto aquella entrega ciega de otras noches sino que más bien sentí mi cuerpo impregnado de viscosidad mortecina, cargada de miedo…. ¿acaso realmente me había entregado a los brazos de un espectro?
Tu cuerpo se había dejado caer pesadamente a un lado del “lectus”, ya ausente de mí, quizás desengañado por no haber podido encontrar en mi cuerpo aquella salvación que anhelaba….

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