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lunes, 14 de abril de 2008

Capítulo 7

VII

Mi señor, bien sabes que, a estas alturas de tu existencia, cuando ya estás más allá de tantas cosas, nada deberías temer por lo que a mi fidelidad respecta.... No obstante, la voz cálida y cuanto podría albergar el alma de aquel buen sabio parecía haberse apoderado de mi inquietud.... La urgencia de hacer mi vientre fecundo para darte un varón que heredara todo aquello que llevabas amasando a lo largo de tu trayectoria militar y, de paso, afianzar mi propia seguridad de saberme única.... Ello me proporcionaba un placer ilusionante que jamás antes había experimentado...un ansia de ir más allá de la pobre , doméstica, pequeña Calpurnia enclaustrada en la casa de las Vestales... No, no podía abrir mis pensamientos a ninguna de las muchachas sacerdotisas... Tu esposa, ya sabes, se supone objeto de la más exagerada discreción…. No podía sobornarlas para que hicieran ofrendas con vistas a estimular mi vientre en el momento oportuno….aún tan lejano…y, sin embargo, tan incierto… Te quedaba tanto tiempo en las Galias… tanto por conquistar, someter…. Tal como tus cartas me iban diciendo…. Me figuro lo que tu propio legado te iría informando sobre mí una vez que, nada más regresar a tu campamento, le hubieras interrogado de forma especialmente inquisitiva…. “Sigue tan frágil, pálida, enclaustrada en sus aposentos de la “Domus Publica” …. Y no podrías dejar de emitir una leve sonrisa luminosa …aliviada…. Al menos no me describiría con los ojos deslumbrantes, las mejillas encendidas y los senos llenos….lo cual habría ensombrecido tu mirada con ese matiz de mar ceniciento y embravecido que alguna vez – a decir verdad, rara vez – dejabas vislumbrar para hacer cumplir tus propósitos…
Fue algo fugaz….aún tiemblo por ello…. Tras mis ojos parecía configurarse algo que estremecía mis pensamientos…. Había ocurrido justo al día siguiente de nuestra llegada a Cumas… Mi alteración anímica y la postración del día anterior me habían hecho dormir hasta el mediodía. Cuando entré en el “triclinium”, supe que mis amigas y la invitada habían dejado en suspenso una conversación…. Mi mirada fija, intensa y a un tiempo desasida de mí misma, las impulsó, contra su voluntad, a reanudarla con cautela…
_.... hablábamos de ese crío que el legado de tu marido, Tito, se trajo consigo la última vez… Claro, no le conociste ¿cómo le iba a llevar a la residencia del Pontífice?....
_.... Calpurnia, mejor que lo sepas por nosotras antes de que te llegue la historia tergiversada…. Dicen que no se parece en nada a Tito…. – evoqué, fugazmente, la tez oscura y el pelo hirsuto y negro – Tiene el cabello carmesí, intenso y rebelde de los galos…y esa piel de marfil luminoso y los ojos grisazulados, extraños, tan penetrantes…. ¡¡¡ Calpurnia!!!
¿Por qué todos siempre tendrían que haber decidido por mí? Y, sin embargo, sencillamente, ese momento iba a ser esclarecedor, quizás algo otorgado por alguna de las fuerzas que mueven la vida o incluso los propios dioses…una hemorragia superior a cuanto cualquiera de mis menstruaciones podría soportar. Fue la propia Cornelia Sila, con toda seguridad, auspiciada por la sacerdotisa Blodwynn.
_Mi querida Calpurnia…. No necesitas hablar abiertamente…. Sé de sobra lo que tu vientre y orgullo propio de mujer necesitan de forma vital…. Algo debe hacerse antes de que tu señor llegue.
-¿Cómo, Cornelia? Tito siempre viene inesperadamente, de acuerdo con sus órdenes….--sé que ella advirtió las lágrimas entre mis ojos y como iba perdiendo el aliento, encogiéndome.
_ …. Si, ya sé que en ese aspecto era como mi padre… mi propia madre o cualquiera de sus otras esposas era capaz de languidecer hasta la locura, al margen de cuanto se decía o, quién sabe, se conocía de él …. Por encima de su amor propio, se diluyeron en esa fuerza viva más allá del tiempo que se llamó Sila…. No, no creas que he insinuado nada que mancille la dignidad de tu gran hombre… tan sólo insistiré en que necesitas algún tipo de….remedio…o llámalo como quieras…algo que definitivamente te aleje de la …
_ …. Destrucción – La mirada de Porcia era implacable: no sabría decir si era ella o su padre quien atravesaba mi escaso aliento…. ¿Catón urdiendo algo contra su imperdonable adversario? …. No, no era éste el estilo de mi Porcia….
_Mi querida amiga… si lo haces tú, tendrán que ser tus tres amigas quienes frenen este…. –No necesitó decir más… al menos antes de regresar a Roma…
_No te preocupes por la intromisión de las vestales…. Cornelia sabe cómo manejarlas….
Efectivamente, ellas supieron verlo con mayor claridad…. Al día siguiente de mi regreso a una casa de vestales que me acosaron a preguntas - ¡pobres criaturas que hasta los treinta años no tendrán ni un día propio! – acerca de la famosa villa que Sila hiciera edificar en Cumas y donde pasara los últimos días de su existencia…
_ Dicen… - La pequeña Aelia se había ruborizado - …. ¿es cierto lo de que … el espectro del dictador se manifiesta por el peristilo y las habitaciones?
_¡¡¡¡ Chiquilla….!!! .- Aparenté escandalizarme, divertida – Cuida de no mencionarlo delante e la señora Cornelia… --No contestó su boca pero sí la mirada baja en cierto modo irónica. Sí, todos sabíamos que Cornelia era consciente de lo que su padre había significado para Roma… ella misma conservaba el germen de esa personalidad en las profundidades de la suya, sólo que atenuado : cómo logró introducir a Blodwynnn en la misma casa del “Pontifex Maximus” es la prueba. Lógicamente, ninguna de las pequeñas aprendices del sacerdocio fue consciente de ello: la sacerdotisa britana fue presentada como una simple amiga suya. Además, había tenido buen cuidado de enmascararse con túnica y “palla” de tonos tornasolados que acentuaban asombrosamente la palidez marfileña de la piel y el oro carmesí de las trenzas infinitas. Cornelia había anunciado que, en nombre de ella, tenía pensado hacer un buen obsequio a la Diosa. Algo que no extrañó a nadie: todas sabían que Cornelia gozaba de una situación económica más que solvente….aunque ignorando de dónde venía, de aquel tráfico vitícola entre Roma y otras colonias y provincias, sobre todo de tantas variedades de vivo especiado que muchos ignorábamos cómo había llegado a reunir…. No tardé en enterarme de que pudiera ser la propia Blodwynn quien la asesorara en ello, sobre qué hierbas y especias eran aconsejables para cada situación y dolencia, generando una gran demanda – parece ser que soterrada – en toda Italia e incluso en el exterior. Claro que todo el mundo conocía la excepcional bodega que Sila poseía tras el criptopórtico, aunque pocos sabían que en sus últimos años se había dedicado a iniciarse en el cultivo de vides, que su hija, única heredera superviviente, había estimulado aprovechándose del tráfico ultramarino para enriquecerlas con cepas procedentes de otras provincias como aquella variedad de Gades que nos hizo probar en Cumas, enriquecida con aquellas hierbas que había hecho calentar dentro del vino, una pequeña muestra de aquella inmensa gama cuyos usos parecía dominar gracias a aquella que, durante la primera velada en su casa, hizo traer un inmenso arcón que parecía tallado en fresno, avellano y roble y cuya fragancia natural se confundía con el contenido, pese a hallarse encerrado, en pequeños cofrecillos numerosos confeccionados con diez o quizás hasta veinte clases de maderas y fragancias distintas que se fundían con el perfume del incienso y la mirra….
Me estremecí pensando que pudiera atravesar las habitaciones y llegar hasta el peristilo, donde las muchachas podrían encontrarse aprovechando su tiempo libre. Afortunadamente, como en alguna otra ocasión anterior, ya habíamos avisado que deseábamos privacidad, algo que entendían sin discutir y gracias a su prudencia, iba a ser posible llevar a cabo lo que tenía que hacerse. Habíamos avisado que la señora Cornelia y su amiga iban a aposentarse en mis habitaciones hasta el día siguiente. Algo muy factible, dado el gran espacio del que disfruto aquí, todo el que me correspondía inicialmente más el que abarcaba tu madre Aurelia. Así pues, una vez que los esclavos hubieron retirado los restos de la cena, Blodwynn procedió.
¿Cómo tuve habilidad y astucia para evitar que todo esto no llegara a tus oídos? Fue una cuestión de voluntad…y respeto hacia ti. Jamás iba a consentir que te sintieras vejado por el hecho de que tu propia esposa se prestase a manipulaciones en su propio cuerpo, allí justo donde lo más preciado e íntimo tuyo había sido señor, mediante fórmulas y maniobras de las que tú mismo habías abominado en tus escritos, los mismos que engrandecieron aún más tu inmensa figura por toda Roma. Sí…mi señor… no podía rebajarme a destruir el orgullo más excelso del mundo romano si dejaba que se descubriera que ese hijo varón destinado a continuar tu legado existía gracias al hacer de una bruja bárbara, como tú mismo la considerarías, de la misma estirpe que aquellos que ofrendaban a sus deidades inmensos sacrificios humanos propiciatorios… tú, que en privado, desprecias la arcaica costumbre romana de hacer depender una batalla a la consideración de un arúspice sobre el estado de unas vísceras abiertas…y, al final, sin embargo, caíste ingenuamente en el hechizo de la heredera del antiquísimo saber hermético que subyace al otro lado del mar romano… Quizás ni yo misma me hubiera prestado a esos experimentos en otro tiempo. Sin embargo, el peso del poder vivificador de aquella Madre Eterna se había hecho demasiado patente en mi inquietud como para no buscar una salida desesperada en el momento oportuno…. Sabía bien que ninguna de ellas osaba decírmelo, que ser repudiada por el Hombre de Roma supondría el cerrar las puertas a otros matrimonios posteriores al hacerse mi esterilidad tan despiadadamente pública…. Además…en contra de lo que ellas o tú mismo creáis, pese a la inmensa distancia en el tiempo y el espacio… Créeme, sé que lo notabas, yo misma vibraba cuando, inesperadamente, entrabas en mi “triclinium” sin hacer ruido…. Toda mi persona hervía y se diluía en tus brazos de muralla… Por otra parte, mi padre me habría considerado un pequeño fracaso…. Su alianza contigo no había podido consolidarse como anhelaba…. Todo esto fue lo que me impulsó aquel atardecer a tumbarme completamente desnuda mientras que una sacerdotisa bárbara recitaba fórmulas en su lengua, que repetía tres veces de forma cadenciosa e hipnótica con una voz inquietantemente profunda al tiempo que untaba mis senos y vulva con un ungüento que ella misma elaboró allí, en un ambiente cargado de incienso, mirra y otras hierbas que iba quemando….
_ Calpurnia… relájate… de lo contrario, esto será inútil…. – musitaba Cornelia en voz baja junto a mi oído…. Respetando la densa atmósfera creada, no le respondí expresándole mi temor de que las nubes de aroma intenso se esparcieran por toda la casa…. No obstante, una corriente enervante, a un tiempo exultante y tranquilizadora, se apoderó de mis venas y de toda mi piel, tomándome como si me poseyera una fuerza masculina, forzándome a evitar gemir ostensiblemente…. Cuando terminó, Blodwynn me hizo tomar una bebida en la que se habían hervido unas flores de camomila para inducir el sueño, el cual, lógicamente, vino de forma contundente y demoledora…, hasta el punto de que hacia el mediodía, Bilia –ya sabes, mi esclava personal – vino a despertarme asustada. Ni siquiera tomé nada hasta el atardecer, cuando sabía que me esperaba una cita similar a la del día anterior. Blodwynn había tenido buen cuidado de dejar su arca en el aposento que se le había asignado, resguardada de la curiosidad de los esclavos y las propias niñas. Noté que la había hecho cubrir con un paño de algodón teñido con una tonalidad amatista, que me sorprendió vivamente… no, creo que esta gente no tiene acceso al “murex”…. Había sido, sin duda, lo más sensato, disimular todo ese abigarramiento de animales desfigurados y esquemáticos mezclados con aquellos dibujos geométricos, nudosos, entrelazados…. Incluso estremecedores…. No me atreví a preguntarle cómo había hecho el ungüento…. Quizás tendría que ver con el comentario que hizo acerca de que era magnífico que tantos pinos comenzaran a dar fruto justo en esas fechas … incluso me recomendó que tuviera una piña bajo el colchón , especialmente durante ….” la fecundación…. Vuestros colchones son lo suficientemente mullidos como para que él no lo advierta”.
Recuerdo como inspeccionó los rosales del jardín -¡qué habría pensado Aurelia al ver sus ojos ávidos!- y su interés en saber si había rosales cerca…. Quizás logró hallarlos, quién sabe si cerca de Cumas, pero lo cierto es que un día, antes de dormir, me entregó un puñado de las que parecían ser sus hojas junto a otras de laurel y me recomendó, de forma insistente, que las mantuviera bajo mi almohadón cada noche… Me había hecho beber una infusión que no era de camomila y en la que vi flotar algún que otro pétalo de rosa seca y caléndula procedente de aquellos cofrecillos diminutos. Tenía un sabor de fondo algo agrio… pero lo apuré sin pararme a pensar.
La ausencia de camomila, tras varios días, me impidió conciliar el sueño durante más de una hora … y, sin embargo, ninguna excitación corría por mi cuerpo…. Además, la intensa claridad de la luna llena invadiendo mi “triclininium” a través del patio, transfigurando los cipreses que Aurelia hizo plantar…. Por primera vez, era consciente de ello y me incorporé para disfrutar de la experiencia…. Me sumergí en el cubrecama ya que el otoño comenzaba a sentirse… No, aún no había comenzado el quinto mes pero, en aquellos días, el calor húmedo de Roma, inesperadamente, se había esfumado…. El olor a pino y ciprés teñido del salitre procedente de Ostia se fundía con el resplandor fantasmagórico a través de mis fosas nasales y poros…. ¿Acaso volvería a tener esa misma sensación alguna otra vez en mi vida?....impregnando los rosales aletargados, la hiedra que ascendía por las columnas pétreas, cada uno de los arbustos…. diluyendo mi conciencia entre ellos… Pestañeé con un leve escozor mientras caminaba entre los árboles, el frío helado acuchillando el interior de mis huesos a través del doble cubrecama y su forro de piel casi hirsuta… Debía de ser un acceso de fiebre súbita, el que me estaba nublando la vista, haciéndome desfallecer…. No, no podía gritar y perturbar el sueño de las pequeñas vestales… no quería molestarlas ni, bajo ningún concepto, dar motivo para que murmurasen al día siguiente. La figura de tu anterior esposa, la propia hija de Cornelia, se perfilaba demasiado nítida entre mis temores como para no preocuparme por guardar las apariencias…. Ni habría sido capaz de gritar aunque me lo hubiera propuesto…. Mis cuerdas vocales parecían haberse desvanecido, al igual que el resto de mi ser, ya casi intangible, de tan tenue y lánguido que lo sentía…. Como mis pies, pisando algo más evanescente que la arena suelta…. Cuando pude al fin volver a pestañear, mi cuerpo aún tan ingrávido como si desangrado, vi que una bruma sutilmente densa e inquieta ¿tejida con rayos de luna? se había apoderado del patio, abriéndose paulatinamente….y la brisa marina se hacía anormal, inesperadamente intensa …. Dirías que el propio mar se agitaba allí abajo, como en la villa de “pater” … casi percibía detrás de mí aquella extensión de azabache surcado por el plenilunio, abriéndose paso entre lo que mi ….¿mente? …. creyó que eran dos islas… Una ansiedad desconocida hasta entonces que superé, intentando desencadenar violencia en un pulso y unos latidos que parecían en suspenso, incluso cuando aquella histeria avasalladora, muda, te iba agudizando la vista, mostrándote a un lado, sobre los promontorios de roca, “domi” e “insulae” muy parecidas a las romanas, sólo que en ella el mármol había sido sustituido por una roca porosa, color dorado oscuro…. Al otro lado, aprovechando pequeñas calas, los que por su columnata podrían ser templos como los de nuestro Foro y los que alzan en el Campo de Marte. Al fondo, se distinguían las desoladas ruinas de lo que pudiera haber sido una antigua ciudad próspera, poderosa…. Aunque no parecía llevar mucho tiempo arrasada….quizás cien años…. Me pareció que emanaba una fragancia sin aroma, la cual pronto se transformó en breves retazos de incienso, aunque tan tenues que parecían venir de muy profundo, mezclados con otros perfumes múltiples, casi similares a la variedad de hierbas que había visto manipular a Blodwynn …. Blodwynn….la doncella-flor, engendrada a partir de tantas flores distintas, imposible de fecundar….
Blodwynn….el mar grisazulado entre las pestañas claras….entre la oleada de imperceptibles trenzas de carmesí dorado…. Era quizás la mirada al resguardo de una cabellera que me observaba en medio de aquella pequeña playa, centinela de aquel pórtico igual que el del templo que dedicarías a Venus tras regresar de la Galias…. Aquella mirada transparentemente espectral, como los rayos de luna que atravesaban las aguas, intemporal, abriéndose paso entre la cabellera de oro rojizo jaspeada de gris…. “Calpurnia….pequeña Calpurnia” ¿Era aquella su voz, madura y casi desprovista de la frialdad despótica del pasado? ¿O aquella diluida en mi niñez, que bien podría proceder de algún lugar perdido allí dentro, en lo profundo…quizás del mar? ¡Madre! …. No, había perdido las lágrimas….¿qué me había pasado?.... algo sollozaba silente dentro de mí …. Un impulso –quizás la mano pálida, lunar pero firme, de aquél que estaba frente a mí – me adentró en el patio tras las columnas, en dirección al lugar sacro…. En el “podium” reconocí aquella imponente y sinuosa figura de doncella, el manto color amatista y el timón en la diestra… los ojos verdidorados fundidos con el mar negro que se extendía enfrente…. su propia madre, de cuya espuma naciera…. En la “cella “interior…aquel resplandor de fuego a través de destellos de esmeraldas….quizás la propia mirada que la invadía…. O era aquella inmensa luna llena que la coronaba, acunándose sobre una creciente…. Sólo que carente de la feminidad restallante y carnosa de aquella erguida sobre el “podium” . La mueca que hacía de boca y los ojos planos me hicieron pensar en la talla arcaica, quizás procedente de la antigua Etruria, que mi padre conserva en casa…. La tez oscura, arcillosa, sobrecogedora…. ¿una de aquellas viejas deidades de la fertilidad? … una inmensa fuente con manzanas añejas a sus pies estremeció mis ideas. Sabía por mi padre que en Cartago se adoraba a una diosa lunar de la fecundidad y la sexualidad cuyo atributo era un ramo de manzanas… No, esto no podía ser así, tan palpable ….aunque las intensas oleadas espirales de incienso, mirra, laurel…qué otras fragancias….sí eran casi tangibles entre las lucernas que en penumbra alumbraban el camino hacia aquel tramo de escalones descendentes, ciegos, carcomidos por el salitre… Un estallido lunar de claridad inmisericorde se apoderaba tanto de mí como del ramillete de manzanos, sauces, espinos y otros árboles que no pude reconocer, los cuales custodiaban aquella colosal hembra cristalina, quizás tallada con inmensas gemas, a través de cuya desnudez se filtraban de lleno los rayos de luna y el rumor del mar acariciante…. Quizás toda aquella melena destrenzada, agitándose violenta en torno a su cuerpo pudiera estar tejida con resplandores de amatista que, alternativamente, se encendían o atenuaban bajo el influjo de la luna llena…. Quizás aquella expresión desasida, la mirada transparente y fría aunque magnética – como la tuya y la que aún sentía detrás de mí – los labios de sonrisa velada podrían haber sido tallados en un berilo de azul crepuscular que se hacía más radiante en una garganta y hombros de zafiro o aguamarina para transformarse en matices de jade y deslumbrante esmeralda en los senos rotundos y moldeados y, más abajo, en un vientre redondeado y fértil de ¿topacio? que se intensificaba en las armoniosas caderas de oro rojizo, el cual paulatinamente se iba tornando carmesí intenso, a medida que descendía por las largas piernas…. Toda ella filtrándose, lunar, por los poros de mi cuerpo que, ingrávido, yacía allí, casi suspendido….
“Madre de la doncellez fecunda, señora de la sensualidad virgen, de la luna pálida e intocada, de la luna carmesí de sangre hambrienta y fértil, de la sabiduría oculta y de la muerte… despierta a la vida a este seno yerto con la fuerza sanguínea de tus muslos fuertes y tu vientre solar, con el hálito vital, intenso, más allá de nuestra naturaleza, procedente de tu corazón. Aliméntala con la vida esmeraldina que nutre los árboles sagrados y mana de tus pechos….cálmala, consuélala con la brisa marina de tu aliento….despierta su mente, su naturaleza oculta, su poder desconocido con el resplandor crepuscular de tus ojos que fluye por tus cabellos….”
No era algo realmente audible…. Lo sentía vibrar corriendo bajo mi piel, como si una voz masculina, cadente, en tiempos pasados acostumbrada a persuadir de forma terminante, surcara por mis piernas, la línea de mis caderas, la profundidad del vientre y los senos hasta ascender por la garganta , apoderándose de mi voz y conciencia , haciéndome fluir, manar…manar…. Una luminosidad gélida vino inesperada, haciéndome parpadear ansiosamente y despertando escalofríos en un cuerpo que volvía a sentir sólido y grávido…. La incipiente aurora empezaba a imponerse sobre la luz plenamente lunar de la madrugada, devolviendo a los cipreses y rosales del peristilo su naturaleza terrena… Confusa y sobresaltada, intenté regresar, casi a gatas, a mi “lectus”, donde me acurruqué con el escalofrío aferrado no sólo al interior de mis huesos sino, sobre todo, al de mis pensamientos, aún desasidos, vagando por algún lugar al que mi ser ya no pertenecía.

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