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viernes, 18 de abril de 2008

Capítulo 18

XVIII

Fue sabio Kornel al hacerme parar aquel día : durante la noche siguiente, la inquietud por continuar donde me había detenido el día antes hizo que mi sueño no fuera tranquilo. Afortunadamente, el haber sido expuesta al incienso me ayudó a relajar aquella otra ansiedad que, agazapada, se había ido apoderando de la serenidad ganada durante los pocos días que llevaba en Cumas…. Pero debía admitir que mi incipiente inestabilidad tenía su origen en aquel ¿amenazador? atisbo de placer físico que me llenaba plenamente cuando las nubes aromáticas, casi obnubiladotas, bañaban mi piel desnuda por completo….. no, no podía….. sabía que era precisamente aquel caudal acumulado de sensualidad sin desahogar lo que iba a engendrar aquello que en el fondo anhelaba ….. Haciendo acopio de todo mi autocontrol, logré que la tensión cediera sin alterar violentamente mi pulso o el sosiego que la humareda había filtrado en mi interior …. No, no podía dejar que me tomara, asolando esta posibilidad única y residual de superar esas barreras que podían abocarme a una definitiva ….
- Calpurnia, recuerda que al ingerir el preparado que te señalé debes irlo viendo como surca lo más profundo de tu cuerpo, mezclándose, nutriendo esas acumulaciones de fuerza vital casi lumínica que jalonan el interior de tu ser… tenlas presentes cuando estés trabajando con el ungüento….
¿Cómo dominar el temor a dejarme llevar hacia el interior de aquella turbulencia que se abría ante mis ojos mientras presionaba el mazo de bronce entre los granos, ya deshechos, de resinas variadas? Sabía que podría dejarme perder …. Y, sin embargo, era algo inexorable…. Sí, pese a todo, intenté esforzarme en mantener mis pensamientos dominados mientras tenía ante mí aquella mano tensa que casi desaparecía dentro de la marea resinosa y ambarina que se arremolinaba…. all igual que el oleaje que surgía como el sol naciente de rubí que tantas veces había visto surgir en el horizonte e la bahía, arrasando mi bajo vientre en ráfagas que, lentas, iban subiendo - ¿¿¿¡¡¡ doradas!!!??? – a través de mi cintura , llenando mis senos de un estremecimiento implacable y sutil de vida verde , la misma que corre por la hierba y el corazón de los árboles, para convertirse en la fuerza turquesa que anima las mareas a la altura de mi voz y la azul índigo que engendra el anochecer sobre Cumas y Pompeya por detrás de mis ojos. ¿Era aquella energía malva de ocaso la que absorbía mi conciencia, envolviéndola dentro de una espiral que, en forma de túnel, me aspiraba? No, aún sentía como mi mano estrujaba la masa cada vez más dócil y a Kornel cerca de mi presencia…. ¿acaso era aquel flujo vital tumultuoso que había contemplado dentro de mí lo que parecía alzarse ante mis ojos , el mismo que nutría los crepúsculos, el océano, el latir de las arboledas, mi propia sensualidad…? ¿Acaso un bosque entretejido y abarcador en las profundidades de la tierra? … ¿Era aquí donde realmente yacía la fecundidad terrena? La misma que, bajo el nombre de Juno, Diana, Artemisa, Flora, Pomona, Tellus, Astarté, Isis….o la Gran Madre de los Galos, había sido invocada desde tiempos remotos. Un impulso procedente de mi vientre me traspasó la garganta casi conjurando aquella fuerza, rogándole descarnadamente que me uniera a su fecundidad, fundiéndome con ella, haciéndome fructífera de algún modo impalpable y perenne, más allá de transmitir mi sangre a alguien que quizás, a su vez, no lo hiciera…. ¿por qué, por primera vez en mi vida, me había venido este pensamiento?
Aguardé….. Era un silencio….vacío y brumoso lo que se mantuvo ante mí …. ¿por qué, fuerza que anima la vida, no respondes ahora cuando realmente lo necesito? ¿Es mi destino, señora, si he de llamarte así, que seas conmigo tan implacable, yerma en cada punto de mi cuerpo y de mi vida? …. Déjame entonces fundirme contigo, perderme en tu seno, no ser ya más Calpurnia, la pequeña esposa absurda del Gran Romano y, permite que yo, abandonada, diluida en esa masa que fluye y de la que eres parte, al menos ser también parte tuya….indiferenciada, sin entidad propia….quizás ni siquiera nací para tenerla….déjame, así, al menos, un resto de dignidad….
Permanecí ¿fundida? en aquella especie de plegaria …. Un estremecimiento húmedo y helado se filtró por donde no estaba ya mi piel….¿Kornel?....¿Cornelia?.... quizás presencias en cierto modo difuminadas, una energía que, no obstante, aún percibía casi unida a la mía….¿Qué era aquello donde, sin embargo, todo era tan sencillamente palpable? ¿Palpable….? Toda aquella fuerza vital de la aurora y el ocaso de la tierra, las hojas, los jugos vivificadores que nutren las arboledas y cualquier otro tipo de vida….tan densas, concentradas, como si condensándose en un universo de minúsculas, innumerables partículas centelleantes, cristalinas…fundiéndose, a su vez, en oleadas que llenaban cada poro de mi ser, llenando mis senos y vientre, haciéndolos sentir plenos….esperanzados, por fin, tras tanto tiempo…. Intenté respirar, con lágrimas agradecidas e intangibles….Madre….sabía que me escucharías…. Contemplé aquello que se alzaba ante mis ojos, como si aguardando ver aquella fuerza fecunda surgir, abrazándome y acogiéndome en su seno, como si devolviéndome a cuando yo era un atisbo de vida creciente, haciéndose palpable dentro de aquel vientre oscuro y cálido que ahora yacía perdido en algún lugar del interior de la Gran Madre….
“Calpurnia….dime….¿Qué hay arriba, más allá de donde te encuentras?”
Pudiera ser quizás una voz tamizada con el eco de Kornel, reverberante, atravesando aquel vientre pétreo, yermo y que, no obstante, latía …. Rocoso y fértil…. La Gran Madre de la Luna Creciente, la Señora de las Manzanas …. “Ishtar….Astarté….Reina del Mar que acaricia tus pies…. Abre los senderos de mi mente….Límpialos de cuanto entorpezca su fecundación por todo lo que ha de venirme para hacerme fructificar con tu luz…. No me olvides…. “ El rumor batiente y salado de la espuma que ahora resaltaba, lechosa, sobre el azul puro veteado de verde, anegando mi olfato, frente a la columnata de mármol y jaspe que franqueaba la entrada a la “Cella” donde Venus Marina protegía el acceso a la gruta subterránea regida por Astarté…. El sol húmedo se apoderó de mi piel, haciéndome tambalear casi mareada, los brazos y cutis impregnados de la fina arena que la brisa traía mezclada con el salitre….
“Madre….Kornel….” – Bien podría haber sido ésta mi verdadera voz, física y dolorosa, pero preferí dejar que mi pensamiento se expresara por mí…. ¿Qué podía hacer allí, ausente de todos?
Extrañamente, el sentimiento de soledad no llegó al desamparo …. Quizás porque aún yo no era lo bastante consciente de ello…. Simplemente me senté en la escalinata tallada en la roca que casi me arañaba los muslos, sin pensar qué podría venir después…. Permanecí con los ojos fijos en la costa de enfrente, teñida de una cegadora bruma centelleante y azulada entre las que destacaban lo que pudieran ser “domi” parecidas a las romanas e incluso la silueta de un teatro…. Abajo, una extensión de mar donde el verde mate se confundía con diminutas estelas de oro, en las que se centraron mis ojos, intentando atravesar aquellas serpentinas verdidoradas, buscando una especie de respuesta…. No, pese a los latidos que me urgían a hacerlo, no podía entrar allí…donde aquel cuerpo sutil y etéreo que bien sabía que formaba parte de mí acababa de deslizarse…. Y donde supe que aquella vida primigenia, casi sólida, que crecía allá abajo, sepultada bajo la gruta donde la Gran Diosa iluminaba el sendero de las naves por la noche, transfigurada en todas aquellas facetas del pulso vital de justo debajo, en aquella matriz que la Virgen-Madre velaba, toda ella engendrada por aquella vida que, densa y cristalina, brotaba en las profundidades…. La misma que nutría aquellas fuerzas etéreas, vivientes, que un día engendraron a los portadores del Saber Oculto…. Del mismo modo que sabía que, encima, moraban, suspendidos en una existencia quizás más allá de lo tangible…. No, me estaba vedado seguir más allá de la columnata que protegía la “cella” de Venus…. Estaba ascendiendo ladera arriba, más allá del templo, pasando por las extensiones de viñedos que lo rodeaban y que a su vez lindaban con lo que parecían ser viviendas muy diferentes de nuestras “domi” , construidas con la roca porosa y ocre del lugar, formadas por dos plantas, una de las cuales parecía estar dedicada a almacenes…. No se apreciaba la presencia de nadie en el exterior….en principio….. Más adelante, mezcladas con estas construcciones, distinguí “domi” romanas con la misma fachada que las del Palatino pero edificadas con roca salitrosa, cuajada de conchas incrustadas….. tan sólo algunas destacaban por los mármoles que recubrían las columnas de sus pórticos….. sobre todo una con los fustes rojos que presidían el vestíbulo y los peldaños que separaban la entrada del suelo terroso, nada que ver con el adoquinado pulcro de nuestras calles…. ¿por qué me recordaría a la descripción que Balbo una vez hiciera de su casa familiar, aquella en la que seguía viviendo pese a ser él mismo quien promoviera la ciudad nueva frente a la isla donde nació y se crió?.... A medida que ascendía, más se hacía notar un bullicio sordo que alguna vez – a decir verdad, rara vez – había percibido en Pompeya : el de los comerciantes con sus puestecillos alrededor del puerto, de los esclavos acarreando mercancías para embarcarlas en naves que, en parte, eran de factura romana, pero ente las que predominaban otras muy diferentes, propiedad, posiblemente, de aquellos individuos tan diferentes a los romanos que apremiaban a los siervos…. En ningún momento me planteé la imprudencia de seguir adelante y deambular a solas por aquel lugar donde desembocaba el ancho brazo de mar, abriéndose a una bahía que abrazaba aquella infinidad de embarcaciones mecidas por el viento de poniente, en medio de aquella bruma transparentemente deslumbrante, casi azul, donde se recortaban en cada extremo, dos edificaciones especialmente sólidas, imponentes, de cuya silueta parecía manar una fuerza sutil, diferente, que las hacía similares a ¿templos?..... Templos …. Desde mucho tiempo antes de la llegada de los romanos, lugares donde esa fuerza intensa, sobrehumana, que circula por las entrañas de la tierra se condensa para manifestarse sutilmente y, mezclada con efluvios de incienso, perfumes, sacrificios propiciatorios y oraciones, crea una especie de bruma casi imperceptible y atractiva que separa al lugar del resto del entorno, acercando a los que aquí permanecen a aquellos que habitan un reino intangible aunque casi tocando la tierra…. Caminé hacia delante, siguiendo aquel promontorio alargado que separaba al templo del resto del puerto, mezclada con grupos de personas que portaban sus “exvotos” …. Fue entonces, en medio del calor húmedo del mediodía, la mente oscilando entre cuanto se movía alrededor y aquella realidad mía más allá de mi propia persona física, cuando toda aquella fuerza viva que palpitaba en torno a mi persona pareció condensarse y tomar cuerpo…. “No es aquí donde has de dirigirte….” Un escalofrío desmaterializado invadió los canales más sutiles e imperceptibles de mi ser….. “….Es un recinto sagrado…..” “No para ti, Calpurnia…..”
“No para mí….” Di media vuelta sin considerar en profundidad lo que me esperaba: …. Descendí, dejé atrás el puerto y el bullicio de marineros, comerciantes y servidumbre que se afanaban ajenos a mi presencia…. Dejé atrás la casa que parecía ser la de Balbo, los pies arañados y polvorientos de arena…. No, no podía bajar por la escalinata para remojarlos entre las olas…. Ya lo haría más tarde…. No había ningún sacerdote o guardián que franquease la entrada . Sin embargo, me pareció obvio…. Tan obvio como la fuerza virgen y fecunda de la tierra ; también la sabia y oculta, surgiendo de la espuma que inundaba los escalones allá abajo…. “Madre…..Sibila….” …. Era el saber oscuro, fértil, el que surgía violento…. Isis …. Acaso la tierra negra de Oriente estaba manifestando aquí toda su fuerza fecunda…. Aquel vientre preñado, oscuro, casi adolescente, surcado por ¿una serpiente?, cuyo desdén hacia mí no era más que el reflejo de aquellos extraños ojos felinos, luciendo su preñez ante mí , al ritmo de una risa acuática, de múltiples acentos, cada uno de los cuales era un conjuro burlón contra mí …. ¿era acaso tu sombra la que rondaba aquel vientre?.... caí de rodillas sin fuerzas…..intentando controlar mis latidos asfixiantes ….y el ahogo que se apoderaba de mi garganta…. Sí, podía verlo con nitidez…. Era tu gloria, tu orgullo viril al fin satisfecho pese a aquel angustioso calor ….que procedía del fondo ¿Acaso un nuevo incendio del templo de Júpiter? Una fuerza sobrenatural y femenina, maternal y vigorosa, aguerrida y carmesí quizás lo estaba acaparando todo en una explosión incendiaria…. El ahogo dio paso a un alarido atronador…. ¿Eran las llamas las que te atravesaban o quizá tu sangre manando por todos tus poros, nutriendo, purificando un enjambre de seres que se arremolinaban en torno a ti?
“No….Madre….no…. no me pruebes así…..”
¿Era aquel regazo ajeno, de piel oscura, donde tu sombra seguía vertiendo tu vida despiadadamente o el mío, empapado de púrpura, tanto tuyo como mío, desgarrándose, diluyéndose, peldaños abajo, a los pies de aquella estatua….?
“Madre….Sibila…. acaba con mi absurda y yerma vida de una vez…. ¿Es ello por lo que me has arrastrado hasta aquí? Sí, desvela tu rostro…. Háblame claro, brutalmente sincera…..”
Mi visión y todo mi ser se iban fundiendo en una oleada de sangre sublimada, salitrosa, húmeda……

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